El movimiento Slow Food nació en Italia en 1986, como respuesta al “fast food” y a todo lo que ese estilo de vida acelerado representa: la homogenización del gusto y el sabor en la comida gracias a procesos industriales que solo hace que la gastronomía tradicional se pierda o se modifique, el desperdicio astronómico en empaques, bolsas y contenedores, el abaratamiento de costos constante que solo hace que los pequeños productores sufran para vender sus productos a las grandes cadenas del fast food a precios irrisorios , el uso excedido de conservadores, hormonas y químicos en la comida y en el crecimientos de cultivos y animales, y al final, la absurda idea de que comer rápido es mejor que comer bien y disfrutar lo que se come.
Somos lo que comemos, dicen por ahí, así que el Slow Food restituye la dignidad cultural de la comida, la producción alimentaria artesanal,, la pequeña agricultura y las técnicas de pesca y de ganadería sostenibles, con el único fin de que comamos bien y el impacto que ese simple hecho tiene sobre nuestras vidas.
Así que comamos a tiempo y disfrutando la comida, comamos lento y compartiendo.
¡Buen provecho!
